
Si me diesen a escoger,
si hubiese tenido esa oportunidad,
quisiera haber sido una sirena,
de melena negra, larga,
una preciosa cola verde mar,
mis pechos descubiertos,
tal vez adornados
por un enorme collar de perlas,
enredadas por mi pelo,
conchas y caracolas.
Y en las noches de luna llena
saldría a sentarme en la arena,
a cantar canciones de amor
para los marinos errantes.
Hace muchos años que escribí este "poema tonto". (Bueno, escribí más, éste es sólo una muestra ;-)
No sabía, por aquel entonces, de la existencia de los blogs y menos aún, que iba a llegar a tener uno. Pero la vida da tantas vueltas que un día me hice un blog y me puse de avatar (1), "una sirena".
Muchas veces me he preguntado por qué escogí este avatar y no otro y la única explicación que se me ocurre, es que de siempre me he identificado con estos personajes de leyenda porque para mí las sirenas son fantasía, misterio, belleza, femineidad... pero sobre todo son sensualidad y erotismo. Y además son duales, viven entre el mar (que me atrae tanto que creo que no podría vivir sin él) y la tierra (que me retiene y me sostiene).
Esta tarde, cuando recibí la sensual sirena de la imagen, que me envió, Romek Dubczek (un nombre de difícil pronunciación para las sirenas), del blog
ROMEK DUBCZEK PAISAJES DE UN AUTISTA CASI CURADO, supe que había llegado el momento de dejar este "poema tonto". Romek me dice en su correo: "Me ha gustado especialmente esta sirena, por la libertad que se respira al verla, por su sensualidad, por esa playa acogedora, por la arena mojada y por la espuma de las olas. Espero que te guste." Y desde aquí le contesto a Romek: No sólo me gusta, sino que creo que estaban predestinados, ¿no te parece?
Muchísimas gracias Romek por la sirena y por tus relatos, que me tienen abducida. Si queréis ser abducidos vosotros también, por unos relatos originales, pasionales, y muy muy bien escritos, ya sabéis, pinchar los enlaces que os he dejado.
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(1) Avatar - En informática, el término avatar se usa para describir al modelo que representa a una persona en un mundo virtual. La palabra avatar en este sentido, fue popularizada por el escritor usano Neal Stephenson (1959), en su novela Snow crash (1992).